24/08/2017
por Marlene Anchante Rullé
Directora del Centro de Análisis y Resolución de Conflictos de la Pontificia Universidad Católica del Perú
24 agosto 2017
Se truncó la firma de un acuerdo que habría puesto fin a la huelga de los maestros. Ello se atribuyó a dos hechos: la negativa de reconocimiento al SUTEP de las bases regionales como único interlocutor del movimiento magisterial, y a la evaluación de desempeño docente. Los acuerdos logrados se han oficializado en el Decreto de Urgencia N° 011-2017. Por lo demás, la negociación se interrumpió porque se llegó a un asunto imposible de resolver para los negociadores. La evaluación docente llevó al punto muerto de esta negociación.
Cuando quienes negocian advierten que sus intereses no serán satisfechos en el marco de una negociación, entonces buscan alternativas fuera de la negociación. Técnicamente se conoce como el MAAN la mejor alternativa al acuerdo negociado (o por negociar). Tanto los docentes como los funcionarios del MINEDU han utilizado su MAAN. En el caso de los docentes su MAAN fue el dialogo con Fuerza Popular para lograr que el Congreso apruebe un proyecto de ley para modificar los términos de la evaluación docente. Pero no les funcionó. Y en el caso del MINEDU su MAAN es un decreto de urgencia para contratar docentes de remplazo provisional, ejecutando las medidas de despido y descuento en los salarios. El final de la huelga docente podría llegar pronto pero no necesariamente como fruto de los términos de la negociación realizada hasta ahora, sino de la implementación de las medidas alternativas del gobierno.
La pregunta que queda pendiente es por qué no todas las negociaciones tienen un buen final. En otras palabras por qué ciertos temas se convierten en asuntos intratables que conducen a un punto muerto. Primero, porque los negociadores pueden tener valores muy distintos tanto a nivel personal como social. En este sentido, las partes presentan expectativas diferentes sobre lo que negocian, tienen distintas prioridades de los temas a tratar, así como miradas disparejas sobre las consecuencias punitivas o no de lo negociado. Segunda razón, porque sus objetivos y metas están tan distantes del otro que no se prevé una zona viable de acuerdo. Tercero, porque puede existir mucha tensión, emocionalidad negativa y posiciones polarizadas entre los negociadores que no se manejan adecuadamente. Cuarto, porque se pierde la capacidad de comunicarse al punto que los negociadores se dejan de escuchar, porque creen saber lo que el otro va a decir. Quinto, porque existen presiones de tiempo que impiden entrar a los temas con suficiente profundidad e informando oportunamente. Sexto, porque los negociadores tienen mucho temor a las consecuencias de un no acuerdo. Y finalmente, porque cuando los negociadores hacen declaraciones públicas sobre sus posiciones enfrentadas, existe mayor probabilidad que se nieguen a cambiar su posición para no quedar como la parte débil. Por todo ello, no todas las negociaciones tienen un buen final. Y los negociadores deben siempre estar preparados para la posibilidad de un no acuerdo.