28/01/2014
Fabián Pérez
Jefe del Área de Consultoría del Centro de Análisis y Resolución de Conflictos CARC PUCP
La reciente decisión de la Corte de La Haya nos permite comentar algunos aspectos de este conflicto limítrofe, no desde una óptica diplomática o legal, sino de aquello que entendemos bien, el proceso del conflicto, la negociación y, finalmente, la importancia de las declaraciones y gestos de los líderes políticos en la prevención o generación de conflictos sociales.
En relación al proceso de conflicto, debemos señalar que esta controversia empezó hace mucho tiempo a partir de límites que no supimos, en su momento, definir claramente, sino más bien de manera “tácita”, como sostiene la Corte. Vale decir que fue una incompatibilidad potencial, que no se pudo resolver y que, muchos años después por fin, se solucionó a través de La Corte de La Haya. Por otro lado, en el orden de las intenciones frente a un conflicto, es interesante la actitud de Chile frente a los reclamos iniciales del Perú, ya que este último solicitó al país vecino el llegar a una solución negociada sobre la controversia de límites marítimos. Frente a ello, Chile expresó su negativa, ya que no reconocía que existiera dicha controversia; es decir, adoptó una conducta “evasiva” del conflicto. Esto me lleva a señalar que, frente a un conflicto, sólo porque no lo percibamos o queramos conscientemente no “verlo”, no significa que no esté ahí o que no exista, y dependerá de la otra parte el que finalmente lo enfrentemos. En este caso está claro que el Perú no sólo consideró que sí tenía una controversia y mantuvo esta posición, sino que además hizo todas las acciones posibles no sólo por tratarlo, sino por solucionarlo, llegando a la Corte de La Haya, para lo cual además debemos reconocer se logró establecer una política de Estado frente a esta problemática.
Ahora bien en relación con el proceso de negociación, estaba claro que el conflicto entre Perú y Chile sobre la determinación de los límites marítimos iba a ser difícil resolverlo a través de una negociación porque es un tema de territorio y soberanía. Temas como éstos son temas muy sensibles, y no siempre la negociación es el mejor camino para resolverlo, más aún si una de las partes no reconoce que tiene un conflicto o controversia que negociar.
Sin embargo nos preguntamos ¿qué hubiera pasado si Chile negociaba con Perú? En ese contexto de negociación, Chile, en mi opinión, hubiera tenido, en base a su poder militar, una situación de ligera ventaja, sin necesidad de decir que vayamos a una guerra. Pero es cierto que el tener como disuasivo una armada importante sí le daba un poder de negociación que jugaba a su favor. Sin embargo, nuestro país vecino, al no creer que había una controversia, menos podía negociarla. Hoy a la luz de la decisión de la Corte de La Haya, tal vez algunos en Chile se estarán preguntando si acaso debieron negociar, una tardía pregunta luego del fallo de ayer. Por el contrario, el hecho de recurrir a un tercero, en este caso La Corte, nivela todas las ventajas y desventajas que se podría tener entre los países, y aunque el fallo no ha dejado satisfechos a todos, pero tampoco insatisfechos, si ha permitido una solución alejada de cualquier presión militar o bélica. En este caso, Perú supo aprovechar esta circunstancia.
Respecto a las percepciones, y conductas de los líderes políticos y autoridades, será importante el manejo que puede tener el Estado frente a la decisión de La Corte en cuanto al tema de los discursos y gestos frente a la población, a fin de generar una percepción correcta frente al fallo, que mas bien presente una posición sin triunfalismo, realista y positiva.
Finalmente, y como pensamos en el Centro de Análisis y Resolución de Conflictos PUCP, los conflictos son una oportunidad, en este caso considero una doble oportunidad. La primera de ellas es que podamos aprovechar este nuevo espacio marítimo que nos ha brindado La Corte, investigando y aprovechando los diferentes recursos que hubiera en dicho espacio y, a su vez, la segunda oportunidad es que permita cerrar la controversia con Chile, reduciendo, al mínimo posible, las tensiones entre ambos países, consolidando una relación de países vecinos que comparten límites y, como tal, la posibilidad de fortalecer una relación comercial y limítrofe mucho más productiva.