15/08/2017
por Marlene Anchante Rullé
Directora del Centro de Análisis y Resolución de Conflictos de la Pontificia Universidad Católica del Perú
El gobierno está enfrentando una ola de huelgas que pueden entenderse como una expresión legítima de las problemáticas estructurales que tienen los sectores de educación y salud. Tanto los gremios sindicales que han planteado sus medidas de lucha como los representantes del gobierno están dialogando y negociando en un contexto de crisis. Negociar en crisis implica hacerlo bajo presión de tiempo y amenazas de radicalización de las medidas. Más aún en un contexto de crisis los conflictos se politizan. Por tanto, el desafío que tiene el gobierno es grande ya que el dialogo se hace mucho más difícil porque no hay el tiempo para entender bien lo que quieren los actores. Por ejemplo, la ministra Martens ha mencionado que no entiende lo que piden los maestros, debido a que han cambiado su pliego de reclamos varias veces. Esto es un punto débil que debe reforzarse buscando identificar con mayor precisión los intereses, demandas y necesidades regionales. Y también buscando encontrar los intereses comunes de los gremios sindicales de las diversas regiones.
En segundo lugar, es necesario repensar el paradigma con que se realizan los diálogos y negociaciones entre el gobierno y los gremios sindicales. Existe la tentación de responder a las presiones de los sindicatos con el uso de amenazas para evidenciar la mano dura del gobierno. Ello podría llevar a una escalada del conflicto, a una radicalización de las huelgas o inclusive a que se plieguen otros sectores, al identificar el momento como oportuno para visibilizar sus demandas.
Finalmente, en este escenario es importante la voluntad de dialogo que evidencia el gobierno con todos los actores, a pesar que algunos de ellos sean cuestionados en la legitimidad de su representación.